sábado, 14 de mayo de 2011

Para pensar...


¿Qué es ser científico?

Los científicos están marcados por más etiquetas que ninguna otra profesión, en las películas lo pintan de locos y ermitaños, en los colegios de superhombres eficaces e inapelables, en la calle se les ven como elementos de autoridad o como arrogantes que creen tener la verdad.
La definición de científico es compleja, es más apropiado encontrar las cualidades de un científico por acotación, es decir, cercar por antagónicos: decir qué no es ser científico para acercarnos, cada vez más, a las características de éstos. Ser científico no es hacer experimentos de cocina ni explosiones coloridas para la televisión. Ser científico no es llevar una bata verde, pelos largos a lo afro y gritar ¡Eureka! cuando un líquido cambia de color. Ser científico no es "investigar" la primera rareza que se observe colgándole el sambenito de misterioso e inalcanzable. Ser científico no es dar argumentos estáticos, autoritarios y, por completo, definitivos. Ser científico no es estar en posesión de la verdad absoluta ni dar afirmaciones a la ligera sin el rigor del trabajo continuado y la comparación exhaustiva.
Un científico es un ser humano, como cualquier otro, que trabaja según unas normas sociales acordes a su disciplina (el método científico no es fijo, es flexible, es un guante que se amolda a la forma de la rama científica en la que se trabaje y a la época en la que se investigue). Todos los científicos comparten algo: la curiosidad por los mecanismos naturales. El científico parte de la base de que cualquier cosa que sea susceptible de medida podrá ser escrutada para desvelar su funcionamiento. La naturaleza no tiene misterios, el científico es quién sabe dónde mirar y qué preguntar, mira la naturaleza y le pregunta. Ve preguntas donde los demás no ven nada. Su tarea es saber leer las respuestas y por eso la tarea del científico es perfilar más y más sus modelos para que éstos sean más acordes a la naturaleza.
Casi no hemos dicho nada, pero lo hemos dicho todo. El científico debe ver el mundo como un intrincado edificio con multitud de puertas, conectadas unas con otras, su trabajo es ir buscando los medios para abrir esas puertas y ver qué hay dentro. No debe creer en misterios irresolubles, los éxitos más sonados serán aquellas aperturas que lleven a un mayor número de nuevas puertas cerradas. Y volver a empezar, a seguir abriendo, un trabajo de mejora continúa. Un científico nunca piensa que su trabajo está terminado, eso es pseudo ciencia.